Lo primero que llama la atención al ver desde fuera el Grayhound, una de las embarcaciones más especiales de esta edición de Pasaia Itsas Festibala, es su Jolly Roger, es decir, la bandera pirata que izada en un mástil da la bienvenida a los visitantes. Luego, al echar un rápido vistazo al interior, se descubre que la tripulación parece estar repleta de auténticos corsarios listos para conquistar las aguas del puerto pasaitarra

A diferencia de la concepción clásica de los piratas, estos son realmente simpáticos. Un sonriente Wille Christiani, una versión rubia y con ojos azules del mismísimo Jack Sparrow, recibe a NOTICIAS DE GIPUZKOA. Nacido en Suecia, es el propietario de este bello barco construido en Inglaterra en 2012. El anfitrión bromea por su aspecto, ya que está “recién levantado y un poco cansado”. También cuenta que son “la tripulación más divertida de todo el festival”. Una afirmación que no sorprende, en vista de las carcajadas y el buen rollo presentes a bordo.

Clásica y moderna

La goleta Grayhound, de construcción moderna pero con espíritu clásico, es la réplica de un Lugger de Aduanas de Reino Unido botado en 1776. Su actividad principal se basa en proporcionar una experiencia de navegación a clientes de todo el mundo que desean vivir aventuras a través de mares y océanos. Por otro lado, aunque en estos momentos sea minoritaria, el barco también lleva a cabo una labor comercial. “Desde Pasaia transportaremos aceite de oliva a Inglaterra”, cuenta Christiani mientras sostiene una gran taza de café solo.

El barco, construido con diferentes clases de madera, es muy estable y ofrece lo mejor de la navegación del siglo XVIII y la actual. “Nuestra forma de navegar es muy similar a la de hace 300 años. Tratamos de ser respetuosos con el medio ambiente. Sólo utilizamos el motor cuando es estrictamente necesario, y realizamos un uso responsable de cada material. La mayor parte del tiempo, nos impulsamos con el viento”, explica Christiani.

Wille Christiani, propietario del ‘Grayhound’. Iker Azurmendi

Una experiencia única

A la hora de contratar los servicios del Grayhound, no eres un simple pasajero, sino que te conviertes en una persona más de la tripulación, con las responsabilidades que ello conlleva. “Realizamos viajes por diferentes partes del mundo. En ocasiones son escapadas cortas de un día, pero también efectuamos largos trayectos de un mes surcando el océano Atlántico”.

La gente que se ha embarcado en la aventura que propone el Grayhound siente que ha formado parte de algo especial. “Los miembros de la tripulación necesitamos a los clientes para que nos ayuden, ya que todo lo hacemos con las manos. Cuando ven lo que aportan, les genera una sensación reconfortante”, apunta el dueño del barco.

Sin embargo, no todo son tareas. Christiani destaca que la hermandad y la desconexión son partes centrales de esta experiencia: “Todos nos hacemos amigos enseguida. Pasamos el día entero juntos, contando anécdotas y riéndonos. Y, por supuesto, compartimos momentos inolvidables, como ver delfines o contemplar amaneceres y atardeceres únicos. No tenemos Internet, de modo que estás obligado a vivir cada instante al máximo y no perderte lo que tienes enfrente”.

El interior del ‘Grayhound’, construido principalmente con diferentes tipos de madera. Iker Azurmendi

La mayoría de los pasajeros que se unen al Grayhound provienen de Inglaterra, Francia, Suecia y Estados Unidos. De media, los viajes suelen durar una semana, ya que un recorrido más corto puede representar una carga de trabajo muy elevada para la tripulación. A su vez, con viajes de siete días se aprenden muchos de los entresijos de la navegación, al tiempo que hay menos dependencia de la climatología.

Para Christiani, lo mejor de su trabajo es “cuando dejas el puerto atrás y comienza la acción junto a personas con las que forjas una bonita y estrecha relación”. Por contra, lo más complicado es “no poder llevar una vida familiar convencional a causa del tiempo que pasas fuera de casa. Por ejemplo, antes de venir a Pasaia hemos estado meses de ruta por el Caribe. Es muy cansado, pero también la forma de vida que hemos escogido”, reconoce.

De cara a los próximos días, este cordial marinero espera mucha diversión: “Es nuestra primera vez en Pasaia, un festival precioso. El ambiente es increíble, plagado de embarcaciones realmente bonitas. Siempre nos gusta venir a lugares como este, donde haces nuevos amigos y aprendes de otras embarcaciones. También nos encanta recibir la visita de familias y ver la alegría en las caras de los más pequeños”.

El próximo destino del Grayhound será otro festival marítimo, en este caso el de Gloucester, en Inglaterra. ”Esto es un no parar”, concluye Christiani, entre risas.