Noche de San Juan. Recién estrenado el verano y con la expectativa de dos meses de vacaciones escolares por delante, los jóvenes están ya preparados para saltar sobre la hoguera. Nervios, llega la noche mágica. Pero entonces la Policía se acerca y les recuerda que hay toque de queda a partir de las 20.00 horas y que todos los que tengan menos de 18 años tienen que irse a casa. Esto es lo que han decidido en Pinte-à-Pitre, una localidad de Guadalupe, en el archipiélago francés del Caribe. Durante dos meses, los menores de edad no podrán estar en las calles de la ciudad más allá de las 20.00 horas. En la Francia continental también acaban de anunciar medidas similares, aunque la edad límite se reduce a los menores de trece años, quienes no podrán deambular por la calle solos (sí en presencia de sus progenitores), desde las 23.00 hasta las 6.00 horas. Hoy, por ejemplo, será Niza la que la implemente también en sus calles. La razón final: el incremento de la delincuencia juvenil, que trae de cabeza a las autoridades. Y para ello han tomado el ejemplo de otro municipio, Cagnes-sur-Mer, donde llevan 20 años aplicándolo y dicen que les va bien. En definitiva, medidas discutibles y desesperadas ante una realidad, la violencia juvenil, a la que no se le ha sabido dar una respuesta adecuada.