El humor tiene sus límites, como todo; pero, ¿dónde están? En el respeto a la dignidad de las personas y sus derechos inalienables. Sí, la frontera es difusa y se mueve en cada época, de lo que se deduce su dispar discernimiento. Wyoming, el chistoso de la izquierda en La Sexta, cree que no hay más límites que los que los que le imponen sus patrones de Atresmedia. Y así, bufoneando, hace El Intermedio con resultados estables en audiencia, en torno al 8% y un millón de espectadores. Y va para 18 años. La jugada maestra del cómico es saltarse la frontera del respeto de vez en cuando para seguir como siempre, con algún tirón de orejas de los jefes y la promesa de ser bueno en adelante. Es su perfil de cínico, el rojo rico y el todo vale. Al final de la pasada campaña vasca el cómico emitió uno de sus vídeos manipulados en el que Imanol Pradales, al poco de ser agredido con un spray de gas pimienta tras un mitin en Barakaldo, se mostraba con un parche en su ojo izquierdo sobre imágenes del debate de ETB. ¡Ni puñetera gracia que tiene hacer chanza de un atentado! Tan poca y tan vil como de cualquier otro acto de violencia en una sociedad que ha sufrido en sus entrañas los estragos del terrorismo. Maldito el sucio ingenio del payaso de la tele. No pueden frivolizarse los ataques a la integridad de las personas y convertirlos en hechos burlescos; pero le sale gratis. Dudo que Wyoming se disculpe por trivializar el atentado sufrido por el próximo lehendakari; pero podía hacerlo Atresmedia si albergase algo de nobleza. Al fin y al cabo, el diseño de la corporación es igual de cínico: hace una televisión muy de derechas en Antena 3 y la contraria, de izquierdas, en La Sexta, con gente de la cloaca como Ferreras y el decadente Monzón Wyoming. Maldita la gracia.