Terminaba mi último escrito dejando en evidencia el contratiempo e incertidumbre generado por el anuncio de la “reflexión” de Pedro Sánchez. “Éramos pocos, y parió la abuela”. Y sí, parió, pero el insólito episodio terminó siendo “el parto de los montes”. Esta cita, utilizada en numerosas ocasiones parte de una fábula de Esopo en la que se venía a contar que en tiempos muy remotos, las montañas, mostraban signos evidentes de estar a punto de reventar provocando un cataclismo, hecho que promovió el pánico entre la gente amilanada por el estruendo que la naturaleza generaba. Sin embargo, después de haber provocado señales tan asombrosas, y anunciadoras del caos, los montes, lejos de reventarse cuan terremoto, terminaron por abrirse en el parto ridículo del que surgió un ratón.

Pues bien, Sánchez lo volvió a hacer. Buscó un repliegue amenazador capaz de provocar un terremoto político y cuando todos creímos –y yo, el primero– que nos enfrentábamos a una crisis personal que nos llevaría a una dimisión y un nuevo escenario de investidura, compareció como en Solo ante el peligro para decir eso de “yo sigo”. Del drama a la comedia. De Gary Cooper a Joe Rigoli.

Ni que decir tiene que en el trasfondo de la cuestión existe un poso detestable; el comportamiento soez, barriobajero y peligroso que las principales fuerzas políticas del Estado han convertido a la acción política en estos últimos tiempos.

La lucha por el poder en España se ha transformado en una pelea a cachiporrazos donde la manipulación, la mentira, el insulto, la utilización de la administración de justicia lo ha envilecido todo. La acción política en España ha devenido en una pelea sin cuartel en la que todo vale convirtiendo a esta noble actividad humana en un estercolero repudiable y destructivo

La difamación, la calumnia y hasta la persecución si se quiere había tocado al entorno más cercano del presidente del gobierno español. Y éste, al parecer, había entrado en depresión. Pero no olvidemos que episodios tan duros o más que estos ya los hemos padecido otros. El lawfare, la “guerra sucia”, la utilización política de la mentira, la hemos sufrido vascos y catalanes de distintas ideologías. Soportadas por la “razón de Estado” hemos sido también víctimas de esta adulteración de la convivencia. Y no por ello hemos renunciado a seguir adelante combatiendo injusticias y luchando contra un poderoso estado oculto. Si pudiéramos, rápidamente nos bajaríamos de este tren desbocado del Estado español. Pero, lamentablemente, apearse no es tan sencillo como un ejercicio de voluntad.

Sánchez ha convertido el impasse en un movimiento táctico en su particular tablero de ajedrez. Anuncia regeneración contra la postverdad. Medidas de transparencia y limpieza en la administración de justicia. Pero lo hace sin concretar. Ni cómo, ni con qué consensos ni con qué cambios. La única constatación que ha demostrado ha sido su irrupción en la campaña electoral catalana convirtiendo aquella cita en un termómetro español de la popularidad partidaria, truncando el normal desarrollo de unos comicios propios de la nación de Catalunya.

Por otro lado, la derecha del PP no ha hecho el mínimo ejercicio para desarmar la pugna. Al revés, Feijóo se ha mostrado más montaraz que nunca y sus decibelios han subido hasta límites insoportables. Ya no sólo ataca al sanchismo, el líder del PP se permitido el lujo de, argumentando la no presentación de una moción de censura, insultar a los socios parlamentarios de los socialistas por “estar comprados por Sánchez”. Y así, esta pelea en el barro amenaza con acentuarse. Procuraremos que no nos manche. Integridad y pulcritud ante todo.

Mientras tanto, hemos asistido a una nueva conmemoración del 1 de Mayo y como era de esperar, las fuerzas sindicales se han lanzado a la calle para dejar patente sus reivindicaciones en la presente coyuntura. El principal sindicato del país –ELA– se movilizó en Bilbao y su secretario general no perdió la oportunidad para recordar al próximo gobierno vasco en ciernes su negativa a participar en cualquier foro de diálogo social. ELA continúa en la lucha de la confrontación. Con la pretensión de convertirse en el contrapoder institucional condicionando la actuación pública desde la presión y el conflicto social.

Lakuntza volvió a exhibir su perfil de líder opositor advirtiendo al próximo inquilino de Ajuria Enea de que “la conflictividad sigue abierta”. “Necesitamos un cambio de rumbo”, añdió. Y sentenciaba su aviso con la afirmación de que “cuantas más huelgas, mejores resultados”. Llueve sobre mojado. Sin diálogo social, sin más alternativa a la negociación que la presión y el conflicto, ELA, con su secretario general a la cabeza, se ha reafirmado como principal oposición a la representación política del país. No sólo a la gubernamental, con la que se ha retado a seguir manteniendo un devastador pulso en el sector público, sino con la principal fuerza de oposición –EH Bildu– a la que también intenta condicionar en su acción política mediante amenazas de tutela.

La apelación a la huelga también estuvo presente en otra de las concentraciones mayoritarias celebradas en este último día internacional de los/as trabajadores/as. Pero su invocación fue distinta. La huelga no como un fin en si mismo sino como una herramienta importante en el marco de las relaciones laborales. Su invocación se produjo en Iruña, donde el sindicato LAB trasladó a sus seguidores en su medio siglo de existencia. Bajo los acordes de la internacional seguida puño en alto, el segundo sindicato del país, que continúa en proyección representativa, reclamó, por medio de su coordinadora general Garbiñe Aranburu “la solidaridad internacionalista”.

En Bilbao, los sindicatos de clase estatales –UGT y CCOO– se posicionaban juntos para reclamar del futuro gobierno vasco que “escuche las demandas de los trabajadores”, mencionado la importancia de los cuidados y la calidad de los servicios públicos. Sin embargo, el gran eje de esta convocatoria, al igual que la protagonizada por sus dirigentes en el Estado fue la demanda de más salarios y menos jornada de trabajo. Unai Sordo, el vizcaino secretario general de CCOO, reivindicó en Madrid la necesidad de alcanzar en breve plazo el “pleno empleo en España” y la reducción de la jornada laboral por ley. Recordar a los desmemoriados que proclaman el caos social y laboral en Euskadi, que las últimas tasas de paro oficiales vinculadas a nuestra comunidad rondaban, según la fuente consultada entre el 6,5 y el 7%. Y todo, al parecer, gracias a las huelgas, ¡jajajaja!

Y en lo que respecta a justa y legítima reivindicación de la minoración de la jornada laboral sin pérdida de poder adquisitivo, la viodeteca de ETB, por una vez, nos ha servido para poner el contrapunto a tanta bandera roja y dialéctica maoísta exteriorizada por las juventudes radicales escindidas, según parece, de la Izquierda Abertzale. El Teleberri nos recordó que en China, a pesar de la prohibición oficial establecida en el 2021 (anteayer por la mañana), se sigue utilizando la dinámica del 996 en el mundo laboral. Es decir, trabajar desde las nueve a de la mañana hasta las nueve de la noche durante seis de los siete días de la semana.

Según la normativa que rige desde hace dos años el “Tribunal Popular Supremo” del gigante comunista determinó la obligatoriedad de trabajar durante 40 horas semanales, si bien se toleran las horas extra que no debieran superar las 36 al mes.

Pese a esta regulación oficial, esta tiránica regla –996– sigue contando con gran predicamento entre los gerifaltes empresariales de la república popular.

Las protestas contra este sistema han ido creciendo siendo las más activas las virtuales (el activismo en la calle está duramente penalizado). Entre ellas una plataforma denominada 996.ICU (en referencia a que si trabajas 996 acabarás en la UCI (ICU en inglés) que aportaba una lista negra de 200 grandes empresas que utilizaban este esquema. En tres días, el repositorio obtuvo más de 100.000 estrellas, o marcadores, convirtiéndose en el proyecto de mayor tendencia del momento. Su éxito fue fugaz, ya que fue bloqueado poco después por los navegadores chinos.

Tras conocer la realidad laboral en la punta de lanza de comunismo internacional, alguien en mi casa comentó con sorna: Siendo como somos un país innovador y defensor de los derechos laborales ¿por qué no exportar nosotros algo a China? ¿Por qué no exportamos sindicalistas para que con su exitosa política de huelgas mejoren la calidad de vida de sus trabajadores y trabajadoras? Sorna e ironía que no falten. Miembro del Euzkadi Buru Batzar del PNV